Autor: David Alejandro Barona Grajales – Universidad del Valle.
Los mercados son el mecanismo por el cual la mano invisible, guía a la economía y a sus agentes a un estado de bienestar, donde todos resultan beneficiados. El término “mano invisible” fue acuñado por Adam Smith para referirse al efecto resultante de que todas las personas, al ir en busca de sus intereses particulares, reflejos del egoísmo propio; se están beneficiando en conjunto. Beneficio el cual solo se consigue mediante la autonomía de los mercados, esto es, que se autorregulan sin la intervención estatal. Es decir, conforme a Smith, los mercados son el dispositivo social que permite armonizar las pasiones egoístas individuales, alcanzado la armonía social y, de paso, la económica (Nadal, 2010, p. 5). Durante el periodo de aislamiento preventivo contra el Covid-19, los mercados se vieron afectados, de igual manera lo hizo la mano invisible.
Con el anuncio de la cuarentena nacional desde el día 24 de marzo del 2020 como medida preventiva frente la crisis sanitaria del Covid-19, la población colombiana y, ciertamente mundial, detuvo instantánea y parcialmente sus actividades rutinarias: académicas, laborales, económicas y comerciales, mientras todo estuviese de regreso a la “normalidad”. Sin embargo, con el pasar del tiempo se vio necesaria la continuidad de dichas actividades desde casa y de manera virtual. Las actividades comerciales y económicas, por su parte, se vieron más afectadas que el resto. La demanda agregada por parte de los consumidores cayó significativamente, al igual que la oferta agregada. Muchas de las empresas productivas estuvieron paradas durante un periodo de tiempo sustancial, en respuesta a las restricciones de circulación, según lo informó el portal de noticias latinoamericano Panama Post.
Al detenerse la actividad económica y sus agentes, como consecuencia de la pandemia global, los mercados entraron en cuarentena. Y al ser estos el mecanismo mediante el cual la mano invisible opera, también esta lo hizo. Las consecuencias económicas son más que claras. Esto traducido como el cierre de grandes centros comerciales, vuelos nacionales e internacionales, exportaciones e importaciones, etc. Dadas las condiciones actuales, los mercados no pueden regularse solos, de ahí que sea necesaria la intervención de los gobiernos para dar un empujón a la tarea de la mano invisible: conducir a un estado de bienestar. Entonces ¿qué queda? Acudir a los lineamientos de Keynes donde, el estado mediante el gasto público y políticas fiscales expansivas reactiven el dinamismo de la economía.
No es oculto que Keynes ha sido criticado al igual que la mayoría de los autores, pero tampoco lo es que tiene razón, unas cuantas veces cada siglo, pero la tiene. Y no es el objetivo de este articulo aludir a qué teoría económica es mejor, de hecho, tampoco tratar de compararlas. Sino de mostrar que cada una sirve de explicación y herramienta a diferentes momentos y contextos de la historia, pero, eso es otro tema.
En síntesis, los mercados al ser el mecanismo por el cual la metáfora económica de la mano invisible de Adam Smith cobra sentido, se encuentran medianamente fuera de funcionamiento. Y el término “medianamente” se usa, porque no se debe olvidar que una de las soluciones que trajo el confinamiento a el problema de la imposibilidad de acudir a un mercado físico a adquirir bienes, fue la compra por medio de los mercados o plataformas digitales, adicional a una reapertura gradual del comercio por parte del gobierno nacional. No obstante, el golpe a la economía ha sido ostensible; aún hace falta capacidad tecnológica y de cobertura para que la gran mayoría de las tracciones comerciales, se realicen a través de medio digitales. Algo que la crisis impulsará poco a poco.
Por lo pronto, los gobiernos deberán seguir actuando para que las economías no colapsen, o al menos que lo intenten. La mano invisible seguirá en cuarenta hasta que al menos se haya controlado la cifra de contagiados y hasta que los mercados (todo tipo) estén funcionando en plenitud. O tal vez, actualmente, no sea una mano invisible la que ordene los mercados, sino un cuerpo completo formado por consumidores, empresas y gobiernos.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Nadal, A. (2010). El concepto de Mercado. Conceptos y Fenómenos Fundamentales de Nuestro Tiempo, 23.